Jorge Astyaro o la hipnosis como espectáculo y deseos cumplidos
El hipnotista Jorge Astyaro lleva a los especatdores de ‘Los hipnonautas’ a vivir las experiencias que desean.
Un montaje teatral real en el que cada día todo cambia: el público manda.
«Lo que más pide la gente es que la lleves a la infancia o a sentir que vuelan».
Escrito por: Paula Arenas
Uno: cierra los ojos, imagina una pantalla blanca; dos: siente tus párpados pesados; tres: no los puedes abrir, aunque una parte de tu mente quiere que los abras, no luches contra ellos, dile a tu mente que estás dispuesto a dejarte llevar por la imaginación. Imágenes 1 Foto Si una persona hace de gallina, por ejemplo, sabe lo que está haciendoY Jorge P. no abre los ojos, aunque trata de hacerlo, y sigue las palabras del hipnotista Jorge Astyaro hasta el punto de dejar que su cuerpo se relaje tanto como para darse permiso y caer. El hipnotista lo recoge a tiempo de dejarlo tumbado en el suelo. Lo lleva hasta la playa, y la sonrisa del hipnotizado hace pensar a quienes lo vemos que debe de ser una de sus playas favoritas. Entonces vuelve Astyaro a traerlo de vuelta: «Voy a contar del uno al diez y entonces te despertarás y estarás alegre y alerta. Uno: te vas despertando; dos, tres, cuatro: estás más despierto; 5, 6 7 8 9 y 10: abre los ojos y ponte de pie. Estás despierto y vas a dormir genial esta noche».
J.P. está, dice, raro, tal vez sea que no estamos acostumbrados a relajarnos tanto. Él, que jamás habría creído algo así y de hecho antes de comenzar tenía el escepticismo casi como bandera, parece que ya no está tan seguro. Y es que la hipnosis es real, no es un asunto paranormal, es un método usado en psicoterapia y también como espectáculo. Este es el caso. Se trata de Los hipnonautas, dirigido, ideado y llevado a escena (teatro Lara, 4-25 de julio) por Astyaro, cuyo éxito hace que le cuelguen la etiqueta, esta vez nada desagradable, de uno de los mejores en cuestión de hipnosis. Incluso tiene su propia consulta: «ayudo a gente a dejar de fumar, a cambiar hábitos, superar fobias». Pero ésa es ya otra cuestión. Los espectadores entran en la sala y escriben en un cartón lo que les gustaría sentir si los hipnotizaran, que es lo que les va a pasar en el teatro. «Lo que más se repite y pide la gente que viene a este espectáculo es volver a la infancia y volar». ¿Volar? «Sí, volar, ¿nunca soñaste con volar?», responde preguntando. ¿Nadie pide ser feliz? «No, nunca lo pidieron». Quiere dejar claro el hipnotista, que tiene al tiempo otro espectáculo en cartel junto a Mayte Castillo: Hypnotic Cabaret (de carácter erótico, en el Volta Café, del 25 junio al 23 de julio), que en la hipnosis nunca se pierde el sentido ni la conciencia: «Eres consciente de todo lo que haces, no se pierde la conciencia en momento alguno». ¿Nunca ha pasado en uno de sus montajes un mal trago al hipnotizar a alguien? «Alguna vez hemos tenido alguna mala experiencia, claro, pero enseguida lo despiertas, lo sacas de su estado y no va más allá. Se trata de pasarlo bien, y eso sucede más al principio, cuando estás empezando». Lleva más de veinte años haciendo hipnosis y hasta trata el insomnio. El psicólogo clínico experto en hipnosis, Ángel Martín Tejero, corrobora las palabras de Astyaro cuando dice que la conciencia no se pierde en momento alguno, y añade: «Si una persona hace de gallina, por ejemplo, sabe lo que está haciendo». Si vamos al cómo se entra en ese estado, para Martín Tejero no hacen falta ni los péndulos que se empleaban antes ni las luces, simplemente con la palabra se puede inducir el estado. Un estado que quiere alejar de la palabra ‘trance’ para no llevar a malas asociaciones. Hay gente que tiene muchos prejuicios y ve esto como brujería»Con la hipnosis se pretende relajar la parte crítica de la conciencia, esa que si te digo, por ejemplo, que te vas a sentir mejor, hace que lo niegues y me digas: pero si llevo intentándolo media vida y no lo consigo, no va a pasarme ahora porque me lo digas tú. Cuando se adormece esa parte y se despierta la parte creativa entonces la persona se deja llevar un poco más y puede recibir los mensajes». Matiza sin embargo el psicólogo la importancia de una terapia: «La hipnosis sin psicoterapia para mí no vale. Siempre digo: no harás con la hipnosis aquello que no lograste con la psicoterapia». Para restarle ese halo de extrañeza y para algunos casi asunto de magia negra o brujería, y que Astyaro corrobora: «Hay gente que tiene muchos prejuicios y ve esto como brujería», explica que un estado de hipnosis se da incluso en el mismo momento en que me está hablando. «Ahora estás muy cerca de un estado de hipnosis, totalmente concentrada en lo que te estoy contando. Yo uso la hipnosis conversacional. Relajación, profundización y cuando estás en total relax y la parte crítica está abajo puedo sembrar sugestiones que te vengan bien». ¿Y si toca algún recuerdo o mueve algo que no debía? Astyaro deja claro que no sucede eso, porque nunca sucede nada que no quiera la persona. «Nunca hace nada quien está bajo la hipnosis que vaya contra sus creencias o códigos», afirma Jorge. El psicólogo precisa: «La hipnosis no tiene potencial para tocar nada de eso. Si fuera así, ya la usaría la Cía, ¿no crees?» Lo que seguro que no emplearía la Cía es el otro tipo de hipnosis que usa Astyaro y su mujer en el cabaret hipnótico y erótico que todos los fines de semana llenan en el Volta Café (Madrid): «Ahí la gente sabe a lo que va, no lleva prejuicios, y es sorprendente, reconozco que nos sorprendió lo bien que se lo pasan».
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